ORIENTACIÓN

Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo. Benjamín Franklin.

miércoles, 30 de enero de 2013

Y SI SE TRASPASAN LOS LÍMITES… ¿CÓMO APLICAR CONSECUENCIAS? (y VI)

Es importante que los niños sepan de antemano que el incumplimiento de esta o aquella norma, trae consigo unas consecuencias. Son libres de elegir el cumplirlas o no, pero deben hacerse responsables de sus actos.
Evidentemente esto se lo enseñaremos poco a poco. A un niño pequeño que no recoge la ropa y se le ha advertido, la consecuencia será que tendrá que recogerla en vez de ver los dibujos que en ese momento está viendo.
· El castigo no debe usarse como algo habitual, pues perderá eficacia, y al niño no le enseñará nada.
Cualquier acción: la riña, la prohibición de televisión y el azote se verá debilitada con el abuso y no tendrá los efectos deseados cuando se necesite.
· Deben ser cortos y proporcionados a la acción. Si dura mucho hay momentos en los que los niños no saben porqué se les ha castigado. Ellos deben saber que es el resultado de su acción. Si he
traído una nota de la tutora diciendo que no hace los deberes, podré decirle que hoy y mañana empleará el tiempo que tenía de televisión en hacer los ejercicios y así recuperará el tiempo que
perdió. Debemos también darle la oportunidad de que con el cumplimiento de la norma vuelva a tener los privilegios normales. Si esta semana haces todos los días los deberes, te dejaré ver 15 minutos más la tele, o leer, o jugar a la videoconsola o chatear con los amigos. Y nunca, nunca dejarnos llevar por nuestro estado de ánimo para fijar un castigo. Este debe estar implícito en el hecho
de no cumplir la norma.
· Deben ser educativos: Que tengan relación con la norma que se salte, así rectificaremos mejor la mala conducta. Has llegado quince minutos tarde, mañana vendrás quince minutos antes, y si persistes
iremos aumentando el tiempo. No tiene sentido que si después de avisarle de las consecuencias deja la ropa por todo el suelo, que se le diga que no va a salir una semana. Se le puede decir que ahora debe recoger toda la ropa y también ayudarnos a nosotros en la colada.
· No retrase el castigo: si se va a castigar al niño, hágalo tan pronto como sea posible después de la
mala conducta. Las conductas se controlan mediante consecuencias inmediatas, así que no hay que esperar “hasta que llegue papá”. Es básico que nos vean seguros y sin dudas.
· Deben ser comprendidos, deben saber porqué se quedan sin tele o porqué tienen que pedir perdón si han ofendido a alguien.
· Deben ser firmes: siempre las mismas consecuencias para las mismas faltas.
· Dar una oportunidad para la buena conducta: el efecto inmediato del castigo es enseñar al niño lo que es correcto, pero hay que darle la oportunidad de que demuestre lo que ha aprendido. Por eso
es bueno darle la oportunidad de rectificar una primera vez y avisar que de continuar se aplicará la sanción.
Evidentemente no es necesario subrayar que los castigos nunca deben atentar contra los derechos del niño, nunca deben ser violentos, ni humillarle o ridiculizarle o exponerle a castigos degradantes y por supuesto evitar que la consecuencia de una falta del niño traiga también falta de amor, frases como “eres
malo no te quiero”, aún persisten por desgracia en madres y padres. De ninguna manera “castiguemos” a nuestros hijos quitándoles el afecto o la atención.
De igual forma que se pueden aplicar castigos ante faltas reiteradas es aún mucho más importante elogiar al niño cuando hace bien las cosas. Está comprobado que es mucho más efectivo que los castigos. El elogio y la recompensa puede ser física, comentarios orgullosos acerca de lo que el niño ha hecho, abrazos, besos,
y también establecer unos premios materiales, o bien permisos extras, si el niño consigue reeducar una conducta. Hay que pillar al niño haciendo también algo bueno, no siempre lo malo. Este es un defecto muy frecuente en los padres actuales.
Pequeños consejos para facilitar la educación de sus hijos.
· Confíe siempre en su hijo. Si él ve que sus padres nunca confían en él, se hará merecedor de esa desconfianza.
· Los padres son antes que nada padres, después amigos. La autoridad bien llevada les ayudará a desarrollarse como personas.
· Sobre todo escúchelos. No subestime sus problemas aunque a usted le parezcan tonterías. Para ellos son importantes. Tenga tiempo para ellos. Es lo que necesitan. Comprenderlos y a veces volver la vista atrás y recordar nuestra infancia, sobre todo nuestra adolescencia, que será una época de conflictos, siempre beneficiará nuestras relaciones.
· Deje que sean libres. Déjelos ser de la forma que quieren, quizás muy distintos a lo que usted espera... pero el ser padres es precisamente el educarlos para que vuelen solos y no nos necesiten.
Esta es la tarea más generosa del mundo y ya se había dicho, la más difícil. No sea egoísta.
· No lo olvide siempre es mejor reforzar lo bueno que hace su hijo, que estar siempre atento a lo malo.
· Exprese usted sus emociones y deje que él exprese las suyas, si lo hace de una forma respetuosa le estamos enseñando a ser inteligente emocionalmente y eso le hará más feliz.
· Reconozca que usted también puede equivocarse y dígaselo, eso le hará más cercano.
· Pero sobre todas las cosas, demuéstrele siempre su cariño, su afecto incondicional. Está demostrado que los niños que se sienten queridos son más inteligentes, mas capaces, crecen más por
fuera y por dentro. El amor es siempre su mejor vitamina.

Y ahora no quiero dejar de compartir algo que he leído últimamente en Internet, una de esas hermosas cosas que uno se encuentra en la red, de cuya paternidad nadie se ha hecho responsable pero que es un resumen de lo que se ha tratado de exponer.
Quiéreme así por favor:

No me des todo lo que pido. A veces sólo pido para ver hasta cuánto puedo coger.
No me grites. Te respeto menos cuando lo haces, y me enseñas a gritar a mí también, y yo no quiero hacerlo.
No me des siempre órdenes. Si a veces me pidieras las cosas, yo lo haría más rápido y con más gusto.
Cumple siempre las promesas, buenas o malas. Si me prometes un premio, dámelo; pero también si es un castigo.
No me compares con nadie, especialmente de la familia. Si tú me presentas mejor que a los demás, alguien va a sufrir; y si me presentas peor que los demás, seré yo quien sufra.
No cambies de opinión tan a menudo, sobre lo que debo hacer, decide y mantén esa decisión.
Déjame valerme por mi mismo. Si tú haces todo por mí, yo nunca podré aprender.
No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por ti aunque sea para sacarte de un apuro. Me haces sentir mal y perder la fe en lo que dices.
No me exijas que te diga el porqué cuando hago algo mal. A veces ni yo mismo lo sé.
Admite tus equivocaciones, crecerá la buena opinión que yo tengo de ti y me ensañarás a admitir las mías.
Trátame con la misma amabilidad que a tus amigos: ¿Es que por que seamos familia no podemos tratarnos con la misma cordialidad que si fuéramos amigos?
No me digas que haga una cosa si tú no la haces. Yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas aunque no lo digas; pero nunca haré lo que tu digas y no lo hagas.
No me digas “no tengo tiempo”, cuando te cuente un problema mío.
Trata de comprenderme y ayudarme.
Y quiéreme y dímelo: A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas necesario decírmelo...
Con cariño de vuestro hijo...


BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA:
· Cómo hablar para que sus hijos le escuchen y cómo escuchar para que sus hijos le hablen Por
A. Faber y E. Mazlish ;Editorial Medici.
· El arte de ser padres Por Miguel Ángel Conesa Ferrer ; Editorial Edaf.
· Decir "no" . Por Asha Phillips ; Editorial Plaza y Janés.
· www.psicologoinfantil. com
· www.solohijos.com

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