ORIENTACIÓN

Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo. Benjamín Franklin.

miércoles, 30 de enero de 2013

¿CÓMO SE DEBEN PONER LOS LÍMITES? (V)

Imponer límites no es fácil. Lo lógico es que tengamos que ir enfrentándonos a muchas discusiones y al hecho normal de que el niño se saltará muchas veces esos límites hasta que aprenda. Lo lógico es que desde pequeño, ya desde los tres años, el hecho de ir separándose de los padres, de ir evolucionando, marque
la realidad de que el niño desafíe muchas normas. El período de oposición empieza con el “no” de los tres años, y la crisis más importante se presentará en la adolescencia. Es normal que el niño quiera probar, con su actitud y conducta, hasta dónde puede llegar y cuál es la reacción de los padres si se sobrepasa el límite
marcado. Es, en ese momento, cuando hay que mostrarse firmes, pues si se cede, después costará mucho más retomar el respeto por las reglas. Veamos unas normas elementales.
· Los límites se deben poner desde pequeños. Hay que enseñarles desde pequeños. Es más fácil ceder a sus rabietas pero el niño debe saber que el no es no. Debe aprenderlo desde pequeño. Es una
forma de ir educando la voluntad, el pequeño aprende lo que puede y no puede hacer, porque sus padres mantienen el límite con afecto pero con firmeza. El enfrentarse siempre a la misma situación
con la misma reacción paterna hará que el niño interiorice la norma.
· Los límites deben ser adecuados para su edad. No podemos pretender que un niño de cuatro años recoja todos los días su cuarto, o que un adolescente vuelva a casa a las ocho, como cuando tenía 12 años. Los límites deben ir adecuándose a la etapa evolutiva del niño. Deben también ser metas realistas. No le podemos pedir a un chico de 15 años que ha suspendido todas que la próxima vez
debe aprobar todas. Es importante que valoremos lo que haya hecho, porque eso le animará a continuar.
· Los límites deben ser claros y precisos: Requieren una total compenetración entre los padres. Deben ser muy concretos porque así los niños lo entenderán mejor. No generales como “debes portarte mejor, tienes que ser bueno” sino “sabes que no se enciende la tele cuando comemos” o “recoge tus juguetes cuando acabes”. No son necesarios los discursos (las charlas), son más eficaces las normas claras y sobre todo que el niño asuma lo que se le pide y porqué, sin demasiados rollos que le desvíen la atención del objetivo principal.
· Los límites deben hablarse, darles explicaciones, fijarlos de antemano, no dejarlos a la improvisación o al momento de rabia que tengamos, digamos que deben cumplir tres pasos: 1) se habla, 2)
se les recuerda, 3) hay consecuencias si no se cumplen. Pero debe hacerse desde la afectividad y el cariño.
· Si le obligamos a respetar ciertos principios nosotros debemos dar ejemplo, nosotros somos los modelos de identificación en los que el niño se va a fijar. No podemos castigarle por gritar o ser
violento, si nosotros perdemos el control continuamente y doy puñetazos en la mesa. O decirle que no se debe mentir y decirle, “esto no se lo decimos a tu padre” Se debe formar con hechos, no con palabras.
· Procurar darle opciones: Eso hará que le resulte más fácil cumplir las normas. La libertad de elegir ayuda a reducir las resistencias en el niño. Por ejemplo: "Es la hora de vestirse, quieres ponerte el
pantalón rojo o el azul”. Si sabemos que odia la verdura cuando es pequeño, intentar darle otra opción que no sea tampoco su comida favorita, pero que pueda elegir la que menos le desagrade. Es
una forma de que él tome decisiones, y enseñarle autonomía.
· Darle tiempo: Él debe ir aprendiendo a respetar las normas y nosotros debemos tener paciencia y saber que fallará muchas veces. Necesita un período de aprendizaje y aprenderá más rápido si valoramos cada pequeño cambio, cada intento. El elogio y el refuerzo positivo es lo que realmente cambia y modifica conductas. Ayudarle al principio a recoger los juguetes le enseñará mejor que si
le damos gritos porque no ha recogido. Valorar siempre sus intentos y sus esfuerzos por mejorar.
· Debemos mantenernos firmes. En cuestiones importantes es bueno aplicar el límite sin titubeos.
Para ser firme se ha de creer que se hace lo correcto; de lo contrario, se transmite poca convicción
al pequeño. Por ejemplo si tu hijo está jugando con un videojuego, necesitas antes de expresarle el límite tenerlo tú claro y que no vas a dejarte influenciar por sus ruegos o por sus lloros.
Si es media hora de juego, es media hora. Lo más importante es cumplirlo.
· Debemos distinguir qué límites son inamovibles. Existen normas que son básicas que no pueden ser objeto de revisión o de diálogo. El respeto por los demás, por los padres, la violencia, la mentira,
no consumir drogas, etc. Existen otras que son importantes, pero que admiten revisión o admitir que los hijos opinen siempre previamente a establecer dichas normas, por ejemplo la hora de llegada a casa, la responsabilidad en el estudio, y otras más accesorias y que son más negociables, determinadas tareas en casa, ropa, corte de pelo, etc.

No hay comentarios:

Publicar un comentario